Nunca me había detenido a pensar en cómo iba a morir, aunque me habían sobrado lo motivos en lo últimos meses, pero no hubiera imaginado algo parecido a esta situación incluso de haberlo intentado. Con la respiración contenida, contemplé fijamente los ojos ocuros del cazador al otro lado de la gran habitación. Éste me devolvió la mirada complacido. Seguramente, morir en lugar de otra persona, alguien a quien se ama, era una buena forma de acabar. Incluso noble. Cuando la vida te ofrece un sueño que supera con creces de tus expectativas, no es razonable lamentarse de su conclusión. El cazador sonrió de forma amistosa cuando avanzó con aire despreocupado para matarme.


miércoles, 12 de enero de 2011

Me miro al espejo y veo tu mirada.

Sé dónde encontrarla, siempre que se disgusta viene aquí. A veces me cuenta que le gustan tus maneras, tus miradas y ese perfume que llevas. Me dice que cuando llega a casa siempre huele a ti, que hay veces, que se pierde en los recuerdos, que pierde la noción del tiempo. Dice que es muy dulce cuando te oye reir, que siempre espera poder volverte a encontrar. Me cuenta que ya no entiende más tu idioma, que sólo entenderá lo que dices, si se lo dices sin palabras. Siempre que me cuenta una historia sobre ti, me dice que eres como una droga, me dice que le gusta pensar eso, pensar que te necesita, que se pierde si no estás cerca. Aunque hay veces que se nota en su mirada que te siente lejos a pesar de estar separados por unos pocos centímetros.

Se lo dice a su manera, pero siempre te pide que te quedes un poco más. Dice que ha ideado un plan, que robará un pedazo del tiempo y que te pedirá: por favor, que un momento juntos, que sea eterno.

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